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lunes, 23 de mayo de 2011

Las lenguas de Europa

Llegar a la conclusión de que buena parte de las lenguas que se hablan en Europa y en Asia pertenecen a una sola familia con un antecedente común no fue cosa que se hizo de la noche a la mañana sino que fue el resultado de tiempo y estudio. Ya en el siglo I a. C. los romanos eran conscientes de la similitud en ciertos aspectos de su lengua, la latina, con la griega; en La Eneida de Virgilio se hace referencia al origen griego de los pueblos de habla latina, si bien este nexo es incorrecto pues ambos, latín y griego, derivan del indoeuropeo y no uno del otro.

Hacia el siglo XII se reconocen similitudes entre ciertas lenguas en textos escritos; por ejemplo, en Islandia un erudito anónimo llega a la conclusión de que el islandés y el inglés están relacionados debido al gran número de palabras que comparten y hacia el fin de esa centuria Giraldus Cambrensis afirma que el galés, cornuallés y bretón son descendientes de una misma lengua, a la que llama "antiquum linguae Britannicae idioma". Actualmente sabemos que estas lenguas pertenecen a la rama brytónica de las lenguas célticas. Cambrensis también sugirió la relación entre las antiguas lenguas brytónicas con el latín y el griego, basándose en similitudes léxicas: sal (latín), hals (griego) y halen (galés).

Pero la rama mejor situada para presentar evidencias de parentesco era la romance, debido a la ventaja de que su antecesor común, el latín, tenía gran abundancia de registros por escrito, siendo además, durante la Edad Media, la lengua de la Iglesia y del mundo académico. Además el latín tuvo una característica peculiar con sus lenguas hijas, y se trata de que estaba en apogeo cuando estos brotes suyos ya estaban también en circulación. Hacia el siglo XIV, el poeta Dante era consciente del parentesco que había entre las lenguas romances y de la ruptura, que fruto del cambio, se había producido entre los diferentes dialectos.

El primer ensayo general para investigar las lenguas del mundo fue el del erudito suizo Conrad Gesner, quien en el siglo XVI produjo una obra, Mithridates, en la que daba listas de palabras comparativas de un cierto número de lenguas, derivando el francés, el italiano y el español del latín y todas las lenguas del mundo del hebreo.

En 1592 el alemán Hieronymus Megiser publicó unas tablas de cuarenta lenguas y dialectos, incrementando el número a cincuenta en la segunda edición. Uno de los primeros intentos de recolectar listas de palabras y clasificar las lenguas en grupos fue hecho bajo el reinado de Catalina la Grande en Rucia hacia finales del siglo XVIII. La emperatriz comisionó a P.S. Pallas para que compilara y organizara listas de las lenguas del mundo, siendo publicado este trabajo entre 1786 y 1789, conteniendo información sobre 200 lenguas. Aparecían en primer lugar las lenguas eslavas, seguidas de las célticas, griega, romances, germánicas, bálticas, caucásicas, ugro-finesas, iranias, semíticas, túrcicas, etc. Había algunos errores (por ejemplo, el vascuence era clasificado como lengua célticas y el yiddish como semítica), siendo la segunda parte de la lista más geográfica que genética. En la segunda edición de la obra se añadieron 80 lenguas más, por lo que Catalina tiene el mérito de ser una de las pioneras en investigación lingüística, siendo ella misma hablante en tres lenguas: ruso, alemán y francés.

Durante el siglo XIX un jesuita español, Lorenzo Hervás y Panduro, publicó una obra de seis tomos que contenía material sobre 300 lenguas y en los primeros años de ese mismo siglo aparecerá otra obra, publicada por J.C. Adelung, que contiene el Padrenuestro en 500 lenguas. En este trabajo Adelung reconoce la afinidad entre el sánscrito y las lenguas europeas.

Para agrupar las lenguas se recurría especialmente a las similitudes léxicas ; por ejemplo se tomaba la palabra "Dios" y se comparaba su parecido entre lengua y lengua, método que, evidentemente, conlleva grandes riesgos de error.

Pero el hombre que ha pasado a la historia como el padre de la agrupación de lenguas bajo el epígrafe indoeuropeo fue William Jones, quien en 1786 postuló la relación genética entre lenguas aparentemente distanciadas entre sí.

Atlas on line de las lenguas en el mundo para poder consultar



www.justmaps.org
www.mapsofworld.com

Las Lenguas de Asia

En Asia se hablan unas 2.000 lenguas agrupadas en varias familias lingüísticas, algunas de las cuales solo se encuentran en el continente asiático mientras que otras conectan dicho continente con el resto del mundo. Entre las lenguas que solo se encuentran en el continente asiático tenemos:

• Las lenguas de la familia altaica, como por ejemplo el turco, el mongol o el manchú,
• La familia dravídica, que se encuentra al sur de la India y que incluye lenguas como por ejemplo el tamil o el malayam,
• La familia sino-tibetana, que incluye, entre otras, el chino, el birmano o el tibetano,
• La familia austro-asiática, que incluye el vietnamita, el laosiano o el khmer. Algunos autores relacionan esta familia con la austronésica y con la daica (tailandés) y proponen un gran grupo de familias áustrico,
• Finalmente, existen las lenguas pertenecientes a la familia chukotko-kamchatka, lenguas casi extinguidas.

Las familias que se extienden más allá del continente son:

• La afro-asiática, con el árabe como vínculo más evidente con África,
• La indoeuropea, con lenguas como el farsi, el kurdo, el hindi, el bengalí, el urdú, el nepalí, etc. que, junto con la familia urálica constituyen el vínculo lingüístico con Europa,
• La familia esquimo-aleutina — la lengua yupik – vincula Asia con América.
• La austronésica incluye lenguas como el indonesio, el malayo, el tagalo, entre otras y conecta el continente asiático con Oceanía.

Además de las lenguas que se han podido clasificar en familias, existen otras de las que no se ha podido encontrar un parentesco claro, como por ejemplo el japonés, el coreano, el ainu o el guiliak.

En cuanto al número de lenguas y sus hablantes, en el continente asiático existen las situaciones más dispares. Encontramos lenguas con los últimos hablantes, como algunas de Siberia, hasta las lenguas más habladas del mundo como el chino o el hindi. Hay que tener en cuenta que de las cinco lenguas con más hablantes del mundo, tres – el chino, el hindi y el bengalí – son asiáticas.

En cuanto al estatus, las lenguas oficiales de Asia son lenguas autóctonas en gran parte de los estados. Eso hace que muchas lenguas locales estén amenazadas por la presión de otras lenguas locales y no por las lenguas coloniales, como suele ser habitual en otros continentes. A pesar de ello, el inglés y el francés son también oficiales es algunos estados. Mientras que el inglés es co-oficial en estados como por ejemplo la India, Pakistán o Singapur, el francés tiene reconocimiento oficial en estados como Camboya o Vietnam.


Las lenguas asiáticas han aportado muchos términos a las lenguas del mundo, entre las que encontramos tifón o té (del chino), jungla o champú (del hindi), mango (del tamil), lancha o carambola (del malayo), caqui o bonsái (del japonés), espinaca o taza (del persa), zapato o quiosco (del turco), llama (del tibetano), panda (del nepalí), entre muchas otras.